Cada comienzo
genera nuevos retos y metas. Termina un año y empieza otro, se suceden
promesas, objetivos, retos y se vuelve la vista atrás con mirada de revista, de
análisis y de corrección. Y todo esto con la sana intención de empezar una vida
mejor, más organizada, más productiva y con más sentido. Sin embargo, pronto
nos damos cuenta de que volvemos a lo mismo. El camino siempre lo recorremos de
la misma forma.
Sin embargo,
mirado desde la fe todo cambia y es diferente. Se promete, se camina y aunque
haya tropiezos no se pierde el rumbo, la orientación ni tampoco el ánimo.
Porque desde la fe cada año es cada día. Y cada día se renueva ese espíritu
constructivo, limpio, sencillo, humilde y misericordioso de avanzar en
conversión y actitud de servicio.
Sí, lo reconocemos,
hay caídas, pecados, pero siempre acompañados de arrepentimientos y buenos
deseos de corregirse, mejorar y perfeccionarse. La suma de muchos días en esa
actitud de renovada conversión hacen un año, y terminado el año se mira atrás
para ver el recorrido que hemos avanzado y renovar las fuerzas para seguir
avanzando. Los pecados, los tropiezos y caídas quedan perdonados y en el olvido
por la Misericordia de nuestro Padre Dios, y solo hay un objetivo y meta,
seguir adelanta injertados en el Espíritu de Dios hasta alcanzar la meta definitiva,
reunirnos con Él en su Gloria.
Como los pastores tras adorar al Niño se volvieron dando gloria y alabanzas a Dios. También nosotros seguimos el camino alabando y dando gloria a nuestro Padre Dios y conservando, como nuestra Madre María, todas estas cosas en nuestro corazón.
FELIZ AÑO 2024
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