domingo, 2 de junio de 2024

EL SEÑOR SE HACE Y DA PARA SIEMPRE, "ETERNAMENTE"

A partir de la última cena, el Señor, no solo se perpetua eternamente sino que está en todos y para todos. Antes, ahora y siempre. Dentro y afuera. No solo hablar de Él sino hablar con Él, presente y directo en las especies de pan y vino. Se ha quedado con nosotros para alentarnos, enseñarnos, iluminarnos, fortalecernos, acompañarnos, animarnos, consolarnos, escucharnos, llamarnos, orientarnos, perdonarnos y darnos siempre esperanza de vida eterna en su presencia. Porque, estar con Jesús colma todas nuestras esperanzas de gozo y felicidad.

Y eso no es cosa del momento, del instante, es cosa de permanecer a su lado, tratarlo e ir dejándonos empapar de sus afanes, de su bondad, de su amor y misericordia. La Gracia de su Amor y Misericordia nos transformará hasta el punto de que nuestro corazón sentirá y palpitará como el de Él.

Y lo más grandioso, no sentiremos el fin ni la muerte, sino el paso de este mundo al otro, al de vivir en su presencia en plenitud de gozo y felicidad. 

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