No cabe duda que encontrar al SEÑOR supone camino, esfuerzo y confianza en ÉL. Eso fue lo que predicó Juan, el Bautista, nacido para eso. Ya, en el vientre de su madre, proclamó la presencia de su primo en el seno de María, con un sobresalto a modo de salutación e indicación delatando su venida y misión.
Más tarde diría que él no era el pensado por el PADRE para salvar a los hombres de sus pecados. Había de venir el Verdadero Mesías, aquel que quitas los pecados del mundo. Treinta y tres años más tarde lo señalaría con su dedo indicándole a sus discípulos que lo siguieran, pues ese era el Verdadero Cordero bajado Cielo.
Juan nos enseña donde está el Camino, la Verdad y la vida, y nos prepara el camino que debemos seguir siendo puente entre él y JESÚS de Nazaret. No hay hombre más grande nacido de mujer, pues su misión nos pone en el verdadero camino de salvación.
Queremos, SEÑOR, seguir tus pasos, y no dejar
de caminar a tu lado. Sabemos, por Juan,
que TÚ eres el verdadero Cordero
que quitas los pecados del
mundo.
Danos, te lo pedimos con todo nuestro corazón,
la valentía, como Juan, de no abandonarte,
de no rechazarte ni dejar de proclamar
tu Mensaje y verdad. Amén.
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