Cuando conviven juntos el bien y el mal... |
No caben excusas ni justificaciones, pues todo está claro, al menos lo que se necesita para tomar la salvación que nos ha sido ofrecida. Porque lo grandioso y maravilloso es que ya, aquí ahora, estamos salvados. Se ha pagado el rescate y hemos sido devueltos a la vida. El dilema ahora es elegir esa salvación o convertirse en cizaña y terminar en el fuego.
Todo va a depender de nuestra grano de mostaza, de nuestra levadura y de nuestro celo apostólico por crecer y fermentar para dar fruto y extenderse. Todo va a depender del cultivo de nuestra fe y del producto de nuestra cosecha. Seremos nosotros nuestros propios cultivadores y los dueños de nuestros propios frutos, pues la siembra ya ha sido hecha y tiene el suficiente abono necesario para dar fruto. Ahora es nuestra voluntad libre la que pondrá el riego de amor necesario para que la semilla muera y dé frutos.
Quiero ser semilla abonada y cultivada para,
muriendo a mí misma, dar los frutos
del grano de mostaza y de la
levadura fermentada.
Quiero ser campo de trigo bueno donde
la cizaña sea apartada y arrojada
al fuego, y solo permanezca
el fruto de mi buena
semilla. Amén.
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