Del poder que impone tus caprichos, tus apegos, tus intereses, tus ambiciones, tus egoísmos y por los que sometes a los que se interponen en tus pasos. Del poder que se engendra en la soberbia y excluye la humildad; del poder del propio ego que sólo piensa en sí mismo y excluye a los demás. Del poder del desamor.
JESÚS, que viene por amor, y por amor entrega, según la Voluntad del PADRE, su vida en rescate de la de todos los hombres, intuye su hora y la presentación de su verdadera credencial, "el amor", y, en base a ello, anuncia a unos discípulos perplejos y temerosos el momento de su entrega sin resistencia por amor.
Es el amor la bandera que superará, a pesar de su aparente derrota, toda batalla y toda guerra, y vencerá el mal de los hombres. Los cristianos, 20 siglos y 11 años después, seguimos en la misma dirección. Seguir a JESÚS comportará el sacrificio, la flagelación, el rechazo, las risas y bofetadas, y en algunos, muchos, la muerte.
Pero esa es la moneda que salda todas nuestras deudas, sumada a la de XTO.JESÚS, la que da valor a todas las demás, y la que tenemos que llevar siempre en la cartera de nuestro corazón para entregarla en caso de ser requerida por el impuesto del poder y la soberbia. Nuestra moneda estará siempre, al menos eso queremos, dispuesta a ser valorada en humildad y entregada por amor. No admite otras divisas ni contrapartidas. Por eso en muchos casos, o casi siempre, será despreciada y desvalorada. En este mundo, ciego y ensoberbecido, no descubren su valor, buscan ciegamente otros, caducos y finitos.
Sí, SEÑOR, no entendemos nada. Nos es difícil entender
tu muerte, tu entrega dócil, callada, serena, en
paz. TÚ que con sólo mover un dedo
acabarías con todos. TÚ que
has demostrado ser
SEÑOR de la
vida y muerte.
Pero creemos en TI. Sabemos que sólo TÚ tienes palabra
de vida eterna y sólo TÚ das sentido a nuestras
vidas. Esperamos, aún perplejos y sin
entender nada en TI, poque TÚ
eres nuestra esperanza
y salvación. Amén.
eres nuestra esperanza
y salvación. Amén.
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