(Lc 15,3-7) |
Esa es nuestra situación, "oveja perdida", pues nos aceptamos como pecadores y perdidos en este mundo lleno de obstáculos y dificultades que nos impiden ser felices y, más todavía, alcanzar la eternidad en plenitud de gozo y felicidad en la presencia de Dios.
No debemos situarnos entre las noventa y nueve salvadas y seguras en el redil, pues será un grave error considerar que estamos convertidos y salvados. Nuestro camino no ha terminado, y cada día tenemos que volver al ruedo de la llanura a pastar. Y también a la amenaza de la llegada del lobo que nos puede devorar. Necesitamos, pues, la presencia del Pastor que nos proteja y nos pastoree en la seguridad de su vigilancia y defensa.
Busquemos a nuestro Pastor en la presencia del Espíritu Santo que nos acompaña y nos pastorea, para que siempre estemos bien dirigidos y nunca fuera de su protección. Seamos obedientes a sus señales y pastoreo, para que siempre estemos en su Redil (Iglesia) protegidos de toda amenaza de lobos que acechan nuestros descuidos y debilidades para echarnos el guante y devorarnos.
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