Lc 9,46-50) |
Nuestro mundo de hoy se mueve por estadísticas para controlarlo todo. Incluso, nosotros los blogueros hablamos mucho de eso, de saber cuantos nos visitan y nos leen. De tal forma que en la medida de visitantes y lectores nuestros blogs toman valor y prestigio. Es una forma de querer estar arriba y ocupar los primeros puestos del poder.
También, en tiempo de Jesús existía eso. Al parecer es propio de la naturaleza humana tocada por la ambición y el poder. Los apóstoles discutían quien iba a ocupar el primer puesto. Se disputaban ya la amistad de Jesús para estar en los primeros lugares. Y Jesús les descubre que los primeros puestos son para los que se ponen al servicio de los demás.
Algo contradictorio para el mundo en que vivimos. Aquí, nuestro mundo y nuestros criterios se apoyan en el tener y poseer. Vale quien tiene poder y riquezas, y quienes ocupan los lugares de gobierno y de mando. Fuera de eso no eres tenido en cuenta y se te estima muy poco. Por eso todos corren en busca de esos lugares.
Sin embargo, son los niños los que despiertan y atraen la atención de los mayores y de los poderosos. La inocencia, la limpieza de corazón, la ingenuidad y disposición a creer y obedecer de los niños derrumban las barreras del poder y emergen el amor que lo supera y vence todo egoísmo. Por eso, Jesús nos invita a ser como niños y a recibirlos en su nombre.
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