(Lc 5,33-39) |
Cada cosa tiene su momento y su tiempo de acción. Se trata de realizar en cada momento lo que se debe hacer. Cuando toca orar, orar, cuando ayunar, ayunar, y cuando fiesta, fiesta. La vida es un camino, y el camino exige paradas, descansos, reflexiones, fiesta, esfuerzos y también ayunos. Pero no se trata de hacerlo según normas, preceptos o imposiciones reglamentadas. Se trata de vivir en la Voluntad del Padre y de responder a esa Voluntad, desde el amor, según lo aconsejen las circunstancias y la vivencia del momento.
Es verdad que cada momento exige unas formas correctas de comportarse y aplicarse, pero también es verdad que lo importante son las personas y el bien que demandan esas personas en la justicia y la paz. Sería más bien, aplicar cada momento de amor a mejorar el bien común, y eso será diferente según las circunstancias y los momentos.
El Señor nos enseña hoy el cómo y cuando debemos ayunar o divertirnos: «¿Podéis acaso hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el novio
está con ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el novio;
entonces ayunarán en aquellos días».
Cada paso en el camino exige una respuesta, respuesta de alegría, de gozo y paz o de ayuno y sufrimiento. Saber, en y por Jesús, darle vivencia a ese instante es la mejor salida que podamos encontrar. Y sólo en Jesús encontraremos la solución.
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