No es una Palabra recordada que se dijo hace ya mucho tiempo. Es una Palabra que se dice hoy, y que nos interpela hoy. Primero porque Jesús Vive, y segundo porque nos habla y nos descubre en su Palabra, quienes son los que realmente le siguen y se hermanan en Dios nuestro Padre con Él.
El hecho puede interpretarse de varias formas. Puede ocurrir que su Madre y hermanos se hayan acercado al lugar donde estaba Jesús por todo lo que se murmuraba contra Él. Muchos hablaban de locura, y su Madre preocupada fue a interesarce y, quizás alejarlo de allí. O puede ser que hayan querido simplemente verlo. De una u otra forma, Jesús deja todo, incluso su familia, y se entrega totalmente a la Misión que su Padre le había encomendado.
Y lo hace con una invitación, que más que ser una indiferencia a su Madre y familiares, es un miropo a su Madré, verdadera creyente y cumplidora de la Voluntad de Dios, y a todos aquellos que se esfuercen en hacerlo. Somos verdaderos hermanos en Xto. Jesús cuando nuestra libre voluntad se entrega al esfuerzo de cada día en vivir según la Voluntad del Padre.
Jesús nos invita a todos, y se confiesa nuestro hermano. Lo deshermanamos cuando rechazamos la Voluntad del Padre y nos empeñamos en hacer la nuestra. Quedamos fuera de la herencia del Padre cuando seguimos nuestra voluntad no la del Padre. La invitación es para todos. Todos somos hijos de Dios y todos estamos invitados a ser coherederos en Jesús de la Gloria del Padre.
Jesús está afanado y entregado en esa misión. Unifica, exaltando a su Madre, como verdadera esclava de la Voluntad del Señor, poniéndola como ejemplo para todos, y hace extensiva la salvación para todos los hombres. Así que tú y yo podemos tomarla y rechazarla. Sería de bobo no aceptarla, pues se trata de lo que realmente buscamos y queremos.
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