viernes, 18 de septiembre de 2015

LO MISMO ME PREGUNTO YO, Y QUIZÁS TÚ TAMBIEN

(Lc 8,1-3)


¿Por qué me interpela la Palabra de Jesús? ¿Por qué me atrae y me invita a seguirle? ¿Por qué le sigo? Son preguntas que me hago y que veo que a otros no les sucede. Hoy el Evangelio de Lucas nos narra un día normal en la vida de Jesús. Como Jesús va de aldea en aldea proclamando su Palabra, y como con Él van, además de los apóstoles, algunas mujeres.

¿Sería yo uno de esos de estar allí? Al menos tengo el consuelo que aquí si estoy. Siempre me ha interpelado la Palabra de Jesús. Desde muy joven he le he seguido. Supongo desde que lo empecé a conocer. Me ha cuestionados sus Palabras y su forma de decirlas. No he encontrado en nadie tanta Verdad como la que Él dice, defiende y vive.

Porque lo importante, más que hablar es vivir lo que se habla. Jesús, no sólo predica, sino que lo que dice lo vive y lo cumple. Su Vida es la vivencia de su Palabra. Sin lugar a duda, Él es el Camino, la Verdad y la Vida. 

Resulta curioso que además de los apóstoles le siguieran algunas mujeres. El Evangelio de Lucas nos dice: le acompañaban los Doce, y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.

Pero lo curioso es que hoy se ve también a muchas mujeres en la Iglesia. Concretamente en mi parroquia, el noventa por ciento son mujeres, y con frecuencia leen las lecturas y llevan las ofrendas. A veces son dos o tres hombres los que estamos en medio de ellas. Posiblemente los hombres somos más soberbios y orgullosos y nos cuesta más abrirnos al perdón.

Sin embargo, Señor, me alegro de estar a tu lado, de seguirte y de esforzarme en vivir y alimentarme de tu Palabra. En ese sentido me siento privilegiado y lleno de Ti. Y te pido, Dios mío, que aumentes mi fe y me inundes de tu Gracia para fortalecido en ella seguirte con más firmeza, decisión, voluntad y amor.

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