(Mc 2,18-22) |
La vida está cargada de costumbres y ritos. Todo se compara en el tiempo con lo anterior. Y hacer algo diferente parece extraño y cuesta aceptarlo. Así, a los discípulos de Juan y a los fariseos les cuesta entender que ellos guardan el ayuno, mientras los que están con Jesús no lo hacen. ¿Qué ocurre entonces? ¿Por qué no guardan el ayuno?
Jesús rompe con todos esos cánones y ofrece un cambio, una vida nueva. El ayuno nos sirve como preparación y entreno para renunciar a todo aquello que nos ata e impide amar. Pero no como ley ni como costumbre. Si estamos con el Novio e invitados a su boda, ¿cómo podemos ayunar?
La vida es para disfrutarla, porque nuestro Padre Dios nos la ha regalado para eso. Dios ha creado el mundo para nuestro bien y disfrute. Otra cosa es que el hombre, infestado y contaminado por el pecado, lo destruya y lo administre en el bien de unos, perjudicando a otros. Y es entonces cuando tendremos que actuar, y ayunar, y prepararnos para establecer un Reino de justicia, de verdad, de amor y de paz.
En ese sentido debemos luchar contra nosotros mismos, porque dentro de nosotros está el mal del pecado, y las inclinaciones que nos amenazan con destruirnos. Necesitamos preparanos y hacernos fuertes ayunando y fortaleciéndonos para no dejarnos vencer por las tentaciones y comodidades del mundo que nos tienta.
Necesitamos el ayuno para que el mal y tentaciones no nos aparten del Novio. Ni tampoco de la Esposa, la Iglesia y el pueblo. Necesitamos ayunar para, fortalecidos y preparados, podamos, contando con la Gracia del Señor, mantenernos firmen y fieles a su Palabra.
Ese es el sentido, más que simples normas y cumplimientos. Es verdad que la Iglesia nos anima y nos ayuda con celebraciones y tiempos que nos invita a esa preparación recordándonos no olvidarnos ni despistarnos en un mundo que se esfuerza en desviarnos y alejarnos del Señor.
Ese es el sentido, más que simples normas y cumplimientos. Es verdad que la Iglesia nos anima y nos ayuda con celebraciones y tiempos que nos invita a esa preparación recordándonos no olvidarnos ni despistarnos en un mundo que se esfuerza en desviarnos y alejarnos del Señor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.