sábado, 26 de marzo de 2016

HOY ESTAMOS DE LUTO



Hoy vivimos en la esperanza de la Resurrección. Jesús, después de todo lo que nos ha enseñado; después de todo lo que nos ha dicho y amado, hasta el punto de dar su Vida por nosotros, no puede haber desaparecido  para siempre. Quizás deje pasar tres días para darnos tiempo de prepararnos y meditar todo lo que nos ha dicho. Porque en ello está contenido la Resurrección.

En el tiempo que estuvo con nosotros nos llenó el corazón de esperanza. Descubrimos que nuestra meta y objetivo tiene sentido, porque aspiramos a la felicidad y, precisamente, Jesús nos habla de esa felicidad. Nos descubre la locura de Amor de su Padre, y nos revela que, su Padre, nos espera para que, invitados por amor, vivamos en su Casa esa felicidad a la que aspiramos.

Pero, ¡lo asombroso!, es que nos invita, no para unos días o temporada, sino que nos invita para Siempre. Eternamente. Otra de nuestras máximas aspiraciones. Y en esa esperanza vivimos estos días de luto. No un luto triste, resignado y amargo, sino un luto vivo, expectante y esperanzado.

Por eso, unidos a la Madre, María, y el discípulo amado y todos los que en esa esperanza se sostiene nuestra vida, permanecemos a la espera de que el Señor nos responda y nos levante nuestra esperanza haciéndola realidad. En silencio permanecemos en oración meditando sus Palabras.

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