Las Palabras de Jesús no pueden ser más halagüeñas y esperanzadoras: «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino».
El Señor tiene Palabra de Vida Eterna, y todo lo que ha dicho y dice se cumple. En Jesús todas las profecías se han ido cumpliendo, hasta la Resurrección. También se cumplirá lo que nos ha dicho. Tenemos una mansión en la Casa del Padre preparada para nosotros por el Señor Jesús, que vendrá a llevarnos con Él. Nuestra vida es un camino lleno de esperanza que empieza su verdadera vida cuando termina la de este mundo.
Y conocemos el camino, que, precisamente, nos lo señala e indica Jesús. Él es el Camino, la Verdad y la Vida y nos dice cómo y por dónde debemos ir para estar preparados y expectante a su regreso. La primera medida que tenemos que tomar es estar a su lado. Y eso quiere decir que tenemos que estar en la Iglesia y en la comunidad, para fortalecernos y luchar contra las hostilidades y obstáculos de este mundo. No es un camino fácil y necesitamos la fortaleza del Espíritu para superarlo.
El hombre está sometido e inficionado por el Maligno, rey de la mentira, que nos distrae, nos somete y nos infecta la inteligencia, para dominarnos y confundirnos, llamando al mal verdad y bien, y al bien y verdad, mal. Y llenando la luz de oscuridad y la oscuridad de luz, para llenarnos de dudas y escepticismo que destruyen nuestras esperanzas y matan nuestras aspiraciones trascendentes.
Nosotros gozamos de una gran ventaja respecto a Tomás. Sabemos por nuestra santa Madre Iglesia cual es el Camino, la Verdad y la Vida, y, de Él, no debemos desviarnos. Tengamos cuidado con las seducciones de este mundo y injertémonos en Xto. Jesús.
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