(Mt 5,13-16) |
Hay una pregunta imperiosa que inevitablemente tenemos que responder. Podemos esquivarla y pasar de ella de forma indiferente, pero aparecerá irremediablemente en cualquier momento de nuestra vida, porque está dentro de nosotros grabada a fuego. Eso sí, puede ocurrir que cuando aparezca sea tarde, o no tengamos fuerza ni tiempo para la reflexión y la respuesta.
Y la pregunta es: ¿Vamos a morir o hemos sido creados para vivir? ¿A ese respecto, ¿qué piensas tú? ¿No crees que es una enorme canallada estar en este mundo para morir? Quien nos creó no podrá querernos, porque nos ha destinado a la muerte. ¿Piensas tú así?
Quizás sea porque no conoces a Jesús, o porque no conoces a algún seguidor de Jesús. Porque Jesús nos vino a revelar que hemos sido creados por su Padre y nos quiere tanto que le ha enviado a Él para, entregado voluntariamente por amor, rescate nuestras vidas de la muerte y nos dé la Vida Eterna para la que estamos llamados. Y su Palabra está escrita en los Evangelios. En el de san Mateo, capítulos 5,6 y 7 está contenido la sustancia de todo su mensaje. Y hay más testimonios de otros evangelistas.
Lo único que tienes que hacer es pararte y escuchar su Palabra, contenida en los Evangelios. Y buscar quien te la pueda explicar compartiéndola contigo. Explicarla injertado en el Espíritu Santo, que es quien nos guía, nos la explica y nos la va revelando y dando a entender Por eso, y ese es el sentido, el Evangelio de hoy, por ejemplo, nos habla de ser luz y sal para dar sentido y gusto a la vida. Porque no hemos sido creados para morir, sino para vivir eternamente.
Para eso vino Jesús y entregó su vida. Él ha muerto y ha Resucitado para que también nosotros muramos y resucitemos. Eso pasa por crucificar también nuestras vidas en el amor. Un amor que nos mueve y exige a compartir, a partirnos y a darnos a los demás. Y eso, experimentamos, que nos es, no ya difícil, sino imposible. Y es por lo que necesitamos al Espíritu Santo, para en Él superar y vencernos y dándonos a los demás alcanzar la felicidad y la Vida Eterna.
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