miércoles, 9 de agosto de 2017

PREPARADOS PARA LA HORA

Mt 25, 1-13
El momento final no se sabe. Sabemos, eso sí, al menos lo creemos, que Jesús vendrá, pero, el día y la hora no lo sabemos. De la misma forma, tampoco sabemos el día ni la hora de nuestra muerte. Todo nos es desconocido, por lo tanto, sólo queda el estar preparado. Y es de eso de lo que nos habla el Evangelio de hoy, del día y de la hora y de estar preparado.

Jesús nos lo expone de forma magistral, comparándonos el Reino de los Cielos con la parábola de las diez doncellas. Queda meridianamente claro que hay que estar preparados, porque de no estarlo nos puede ocurrir lo de aquellas doncellas despistadas que se quedaron fuera por no llevar las alcuzas bien llenas de aceite para proveer a sus lámparas.

¿Nos puede ocurrir a nosotros lo mismo? Dependerá de tus cuidados, de tu perseverancia, de tu vigilia, de tu seguimiento y cercanía al Señor. Sabes que si no estás injertado en el Señor, el Maligno está al acecho para distraerte y hacer que te despiste o te olvides de tus obligaciones y obediencias. Porque, esa es nuestra tendencia, separarnos de los consejos y cuidados de nuestros padres. 

Cuando pequeños somos obedientes y creyentes de nuestros padres. Sabemos que quieren nuestro bien y nos lo procuran, pero, en cuanto no hacemos mayores, nuestro corazón se endurece y empiezan las dudas. Entonces nos fiamos a nosotros mismos y nos equivocamos. Porque, nuestra naturaleza humana es débil y pecadora, y pronto es víctima de sus propias debilidades y pecados.

Estemos siempre dispuestos y preparados, para, cuando llegue el novio tener nuestras lámparas bien dispuestas y encendidas.

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