Lc 5,27-32 |
La higiene es algo innato y necesario al ser viviente, y, como debe ser, también al hombre. Tiene libertad para hacerlo, pero la necesita y le es imprescindible para su salud. Y no de vez en cuando, sino diariamente. Cada día necesitamos asearnos y mantenernos higiénicamente limpios. Nuestra salud depende de la calidad de nuestra higiene, y, por mucho y bien que la practiquemos, la necesitaremos realizar todos los días.
Y de la misma forma que necesitamos la higiene cada día, también necesitamos limpiar nuestro corazón de todas las impurezas a que nos somete el pecado. Somos pecadores y no podremos librarnos de sus tentaciones y amenazas sin el esfuerzo de limpiarnos cuidadosamente de él alejándonos también de sus peligros. Necesitamos, pues, también limpieza cada día y a cada instante.
Pero, ocurre que la limpieza de nuestros pecados no la podemos hacer de cualquier manera, forma o lugar. Necesita una circunstancia y a Alguien especial. Sólo Dios puede perdonar tus pecados y sólo en Él podemos encontrar esa posibilidad de que nuestros pecados sean perdonados. Por lo tanto, tendremos que acudir a Él. Sin embargo, siendo así nuestra situación, es el Señor quien nos busca y quien ha dada el primer paso para ofrecernos su Perdón.
Dios sale a nuestro encuentro para ofrecernos su Misericordia perdonándonos todos nuestros pecados cada vez que lo necesitemos. Sabe de nuestra condición pecadora, débil y limitada, y, comprendiéndonos, nos ofrece, por amor, su perdón misericordioso. En Él podemos apoyarnos y descargar todas nuestras culpas, fracasos, miserias, fatigas, debilidades, errores, torpezas, tentaciones y pecados. Él nos comprende, nos fortalece, nos acoge, nos escucha y nos perdona. Sabe que le necesitamos.
Y es que nada somos ni podemos sin Él. Por eso da el primer paso y nos busca para rescatarnos y liberaros del pecado. Pero, seremos nosotros los que tendremos que seguirle y dejarnos conducir por Él. Nos ha creado libres para que podamos optar y decidir. No nos resultará fácil, pero confiando y permaneciendo en Él lo logramos, porque Él tiene Palabra de Vida Eterna.
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