Mt 16,13-19 |
Dios espera que confiemos en su Palabra. Para ello nos ha dado razones, ha realizado obras y milagros que nos demuestran que habla en verdad y es el enviado del Padre. Nos quiere salvar, pero necesita que le creamos y que tengamos plena confianza en Él y, sobre todo, tengamos paciencia y esperemos a cuando Él lo quiera.
Pero, ante esta pregunta, como sucedió con los apóstoles, ¿qué pensamos del Señor? ¿Quién pensamos que es? Experimentamos dudas, tentaciones y deseos de abandonar y regresar a nuestro mundo. La cruz, mi cruz, pesa bastante en muchos momentos, pero siempre, por la Gracia de Dios, acabo preguntándome, como Pedro -Jn 6, 68- ¿a quién iré? Tú tienes palabras de vida eterna.
Y es, Señor, que no me fío de otro ni de otros. El mundo no me merece confianza, y si creo en él es por Ti, Señor. En Ti me apoyo para creer en el hombre, que Tú has creado y amas con locura, hasta el punto de entregar a tu propio Hijo a una muerte de Cruz. Son, los hombres, tus hijos también, aunque no te reconozcan y te rechacen, y me mandas a amarlos como Tú los amas. Para eso, Señor, me has infundido la Gracia del Espíritu Santo en la hora de mi bautizo y me has configurado sacerdote, profeta y rey.
Sí, yo también quiero seguirte junto a Pedro, centro de tu Iglesia, y a todos los demás. unidos en la Iglesia. Quiero seguirte apoyado en Ti, la roca firme que nos sostiene y nos das la fe, para vencer en la lucha de cada día contra el mundo, demonio y carne.
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