jueves, 27 de septiembre de 2018

INQUIETUD POR SABER Y CONOCER NUESTRO DESTINO

Resultado de imagen de Lc 9,7-9
Lc 9,7-9
Hay momentos que me dan ganas de gritar o de hacer una gran explosión que llame la atención, para que el mundo se sacuda y se mire; para que el mundo zozobre y despierte; para que el mundo se intranquilice y pregunte por su destino, por su futuro. Y, cuando digo el mundo digo por todos sus habitantes, desde el más insignificante al más notable o destacado.

Nuestro mundo parece dormido, dormido en la comodidad, en el consumo, en la pasividad y en el sentirse instalado. Un mundo adormecido por una vida fácil y sometida a las pasiones sensuales, auditivas, sensoriales y de toda clase. Un mundo que sólo mira y piensa como divertirse, como enriquecerse, como encontrar ocio y satisfacciones y como...etc.

Es digno de destacar que el mundo judío esperaba con inquietud al Mesías y mantenían un cierto estado de alerta por todo lo que sucedía a su derredor. La presencia de Jesús en aquella sociedad y en aquel momento despertaba inquietud y movía a las personas a preguntarse y plantearse muchos interrogantes. Jesús no pasaba desapercibido y hasta el mismo rey Herodes estaba inquieto y quería conocerlo.

Sin embargo, hoy pasamos de largo y observamos todo lo que pasa a nuestro derredor como si no ocurriera nada. ¿Qué nos ocurre? ¿Quizás el diablo se ha apoderado de la mayor parte del mundo? La gente se muere y nadie se pregunta nada al respecto. ¿Qué ocurrirá después? ¿A dónde vamos? ¿Nos encontramos con Dios?  Permanecemos pasivos e inmóviles y no reaccionamos. Sería bueno emprender la búsqueda y el encuentro con Dios, porque, Él nos espera y quiere abrazarnos para compartir con cada uno de nosotros la eternidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.