Donde quiera que Jesús vaya, su sola presencia atrae al gentío y la noticia se propaga rápidamente. Se aglomeran en torno a Él y su fama se extienda por toda la región. Todos acuden a Él ávidos de conocerle, llevados por la que se dice de Él y para ser curados o presenciar sus curaciones.
Pero, no todos están en esa actitud. Hay muchos, incluso familiares, que no comprenden la actitud ni el mensaje de Jesús. Incluso, llegan a pensar que no está en sus cabales., pues la propuesta que hace Jesús a todos aquellos que le escuchan se sale de la normalidad y se enfrenta a la ley. Sobre todo a la ley del Talión, que limita la ley que ellos ponen en primer lugar como frontera del amor.
El amor que ellos entienden y les relaciona con los hombres está sometido y regulado por la ley. Es la ley la que manda y la que excluye a los que no la cumple. No se entiende de generosidad, de caridad ni de misericordia fuera de la ley. Desde ese ángulo, lo que propone Jesús no tiene ningún sentido para ellos. El Límite del amor es la ley, según ellos y es ella la que determina y regula las relaciones entre los hombres. De tal forma que, la misericordia y la caridad, si no están contenidas en la ley, quedan excluidas.
Se explica que no acepten lo que propone Jesús y hasta que lo tachen por loco, pues su propuesta la entienden como una locura. Pero, esto no se para ni se soluciona aquí, dos mil diecinueve años después la ley y los derechos humanos siguen regulando las relaciones entre los hombres y todo lo que queda fuera de ella se considera excluido e ilegal. Luego, se margina o se condena, o, simplemente, no se trata como debe tratarse a cualquier persona humana, que por el hecho de ser persona, tiene dignidad. La dignidad de ser hija de Dios y hermanos de todos los hombres.
Realmente, confieso que no sé la solución, ni cómo proceder al respecto, pero sí me preocupa mucho ver a muchas personas, sin reconocer que de su situación ellos tienen mucha culpa, mal viviendo, sin techo y en cierto aspecto abandonadas. Mientras, me sorprende que haya muchas voces que hacen ruido por los animales, que no estoy en contra, pero, ¿y las personas?; ¿y la vida?
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