No cabe ninguna duda que la experiencia es enriquecedora. Y lo es porque aquellos discípulos de Jesús así lo entendieron y se entregaron sin reservas a seguirle hasta la muerte. Y detrás de ellos muchos más que han seguido sus pasos y que siguen en la actualidad. Este seguimiento masivo nos pone de manifiesto que la promesa de Jesús se cumple:«Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora en el presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna.
Sin lugar a duda, experimentas que te sientes libres y que, desprendiéndote de todo aquello que, en principio creías que te daba la felicidad, te regocijas en el gozo de abrirte a los demás, de sentirte más dueño de ti mismo, más libre para decidir, para liberarte de tus propias esclavitudes, más disponible a darte y a buscar el bien de los demás, a compartir, a ser querido por los que se experimentan necesitados y buscan la verdad. Y a llenarte de gozo y paz.
Si bien, es verdad, todo ello trae complicaciones y persecuciones de aquellos que tus acciones, tu amor y desprendimiento les molesta. Porque, esos, quieren vivir en la mentira, en el egoísmo, en el poder y el aprovechamiento y explotación de los demás. Porque, son amigos de la concupiscencia y de la vida fácil, puerta ancha y todo vicio y placer que les de satisfacción inmediata aun tengan que pasar por encima de los demás.
Pero, esas persecuciones y dificultades te harán más fuerte, más maduro, más responsable y hasta más parecido a nuestro Señor Jesucristo, compartiendo nuestros sacrificio con el de Él que entregó su Vida en una muerte de Cruz. Y es que todo eso da verdadero sentido a tu vida llenándola de gozo, de paz y de esperanza, pues la promesa de nuestro Señor Jesús es: y en el mundo venidero, vida eterna.
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