Mt 9,14-17 |
Jesús irrumpe en este mundo con una nueva forma de mirar la vida. Es algo diferente a todas las propuestas que hasta ahora se habían contemplado siguiendo los impulsos y apetencias humanas. Hasta su llegada todo se resumía en el conocido "ojo por ojo y diente por diente". El enemigo era el peligro y el objetivo a vencer. Todo consistía en someter y dominar a aquellos que piensan diferente y no se avienen con nuestra forma de ver la vida o de aplicar nuestros intereses y apetencias.
Jesús presenta otra forma de ver a los demás. Su Corazón tiene otra actitud y su Mensaje presenta una nueva, renovada y buena Noticia. Es liberador y acoge a todos, buenos y malos como hijos de Dios a los que ofrece su incondicional Amor. Es la manera de echar, como nos dice en el Evangelio de hoy, el vino nuevo en odres nuevos y no en odres viejos que lo estropee por no admitirlo. Nuevas formas de relacionarnos que pasan por presentar un amor joven, renovado y actualizado en el Señor que no se pueden mezclar con las viejas maneras de contemplar la vida y las tradiciones.
Hay, primero, que purificar nuestros corazones y limpiarnos de muchas impurezas que lo hacen viejo, obsoleto y duro. No hay enemigos sino personas a las que hay que ayudarles a ver la vida desde la perspectiva del amor. Quizás eso sea difícil para nosotros e incluso no llegamos a entenderlo, pero, para nuestro Padre Dios todo es posible. Por tanto, debemos dejarnos llevar por el Amor de nuestro Padre y, abiertos a su Espíritu, posibilitar un cambio en nuestra manera de ver la vida. Es el amor el valor más grande que tenemos y el arma más propicia para transformar nuestros corazones.
Nadie se ha atrevido ni ha propuesto nada que ataque directamente al corazón del hombre y le arranque el mal que, morando en él, le hiera y le atormente. Un corazón contaminado por el pecado y el odio de venganza al enemigo. Pongamos. como nos dice y enseña Jesús, el vino nuevo en odres nuevos.
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