Lc 10,38-42 |
El motor, la vida, la fuerza y todo lo que te da energía, esperanza y fortaleza para vivir cada día en la presencia de Dios es su Palabra. Por tanto, encontrar un espacio diario para escuchar su Palabra es vital en el camino de nuestra vida. Sin su Palabra nuestras fuerzas se debilitarán y terminaremos en las manos del demonio. La escucha atenta y comprometida nos dará fuerza para servir mejor al prójimo y priorizar la asistencia a las personas, pero necesitamos esa fortaleza que nos da la Palabra de Dios.
Muchas veces priorizamos el trabajo y otras ocupaciones. En un principio nos pueden parecer importantes, y, posiblemente, lo sean, pero no lo más importante. La escucha de la Palabra de Dios es el fundamento y el motor de nuestra vida cristiana y de nuestro seguimiento al Señor. Sin ella nos perdemos y equivocamos el camino. Urge conocer al Señor, su Palabra y el Plan de Salvación que ha venido a anunciarnos, porque sin conocerlo no podremos encontrarnos con Él.
Es la opción que escogió María y que su hermana Marta le reprochó. Sin embargo, sin quitarle la debida importancia del servicio que realizaba Marta, Jesús le indicó que la escucha de su Palabra, que María había elegido, es vital para nuestra vida y para, incluso, darle sentido a nuestro servicio a los demás, para cargarnos de razones de amor para realizar todo el bien que podamos hacer para los demás. Porque, sin las fuerzas de la Palabra y del Espíritu de Dios caeremos en las garras del príncipe del mundo que nos apartará de Dios y nos llenará de trabajo que esconden egoísmos, intereses y conveniencias.
Sin el don de la gratuidad todo nuestro ser y obrar se convierte en basura. Y es que cuando buscas y persigues algo a la hora de servir, has dejado de abrirte a la Gracia y Misericordia del Señor, pues ya tienes tu premio en ese servicio que haces por interés. Lo que hemos recibido gratis, tenemos que darlo gratis , nos dice el Señor -Mt 10, 8.-.
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