Mt 17,1-9 |
Hay muchos momentos en nuestra vida que necesitamos un
empuje o una prueba que nos avive el espíritu y nos arrebate el miedo. Porque,
hay momentos de nuestro camino que nos sentimos pesados, lentos para el camino,
temblorosos y llenos de miedo. Necesitamos algo extraordinario que nos saqué de
ese estado letargoso y nos despierte.
Hay momentos que necesitamos recordar que la muerte no
tiene la última palabra. Y lo necesitamos porque, si algo hay cierto es que de
la misma manera que nacemos también llegará un día que moriremos. Por tanto,
recordar que la muerte es un paso para la Vida Eterna nos reconforta y nos
ayuda a continuar el camino fortalecidos y esperanzados en que estamos llamados
a la Resurrección gloriosa.
Esa es la experiencia del Tabor que Jesús ofrece a
Pedro, Santiago y Juan para que despierten y se animen. Es la visión de una
Resurrección anticipada para que puedan comprender la Pasión y Muerte que le
espera a Jesús. Es el toque que nos anima a levantarnos de nuestras caídas y a,
con renovadas esperanzas, continuar la travesía. El Tabor es un parón en
nuestro camino para tomar fuerza, fortalecernos y comprender que tenemos que
seguir adelante y que la vida es, aparte de desierto, una subida constante a la
montaña.
Todo nos revela que necesitamos estar en constante
esfuerzo, ya sea en la lucha contra las tentaciones del desierto de nuestro
mundo o en las escaladas y el cansancio a que nos somete la lucha de cada día. Y
todo para que no olvidemos que detrás de toda esa lucha nos espera la
Resurrección Gloriosa junto al Padre. Y eso nunca lo podemos perder de vista,
porque será eso lo que nos ayudará a seguir adelante. Busquemos esos tabores en
nuestra vida.
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