El refrán lo anuncia y lo describe claramente: "El ojo del amo engorda el caballo". La sabiduría popular así lo revela y la realidad lo confirma. El asalariado, es decir, el empleado, no se preocupa por el rebaño ni por las ovejas en particular. Sólo se ajusta a su salario y, poco le importa lo que suceda a la colectividad y menos a alguien en particular. Sólo el amo, el dueño, el empresario, en términos coloquialmente actual, le importa lo que suceda en su empresa y en sus obreros particularmente.
Si bien, es verdad también, que hay pastores buenos, pero también malos. Por eso, se hace muy urgente e importante saber distinguir al Buen Pastor que es capaz, no sólo de importarle su rebaño, sino también cada una de sus ovejas. Y de conservarlas protegidas, seguras y bien cuidadas en su redil. Por eso, se preocupa de conducirlas y resguardarlas en su aprisco para que estén fuera de peligro.
Pero, el Buen Pastor, como se identifica nuestro Señor, se diferencia de otros posibles pastores, en que no se preocupa solo por las ovejas de su redil, sino que sale a buscar a todas aquellas ovejas que se encuentran amenazadas por peligros que atentan contra sus vidas. Él ha venido a salvar a todas las ovejas, sean de su redil o no y, lo hace, hasta el extremos de dar su propia Vida por cada una de ellas. Su intención y su misión es, según la Voluntad del Padre, formar un sólo rebaño - un sólo Pastor - y resguardarlo en un solo redil.
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