Mt 20,20-28 |
Hay un camino que no es el camino. A ver si me explico. Quiero decir que recorrer el camino de Santiago no consiste en recorrerlo solo físicamente, sino en vivirlo como un camino que nos ayuda a acercarnos a Jesús, el único y verdadero Camino, Verdad y Vida. Así lo ha recorrido el mismo Santiago apóstol aprendiendo de su seguimiento a Jesús en el esfuerzo de ser manso y humilde como Él.
Porque, el seguimiento a Jesús se nota en la medida que tratamos de ser más tolerante y comprensivos con los otros; más abiertos a ver la verdad desde la profundidad del corazón de los otros y a despojarnos de esas nuestras ambiciones personales, a la que experimentamos inclinaciones naturales irresistibles y de las que nos sentimos esclavizados y sometidos. Esa es nuestra lucha de cada día y a la que la vida de Santiago nos puede ayudar siguiendo su camino.
Conocer que a Santiago, como también a los demás apóstoles, les costó enormemente despojarse de sus actitudes humanas y de aceptar y asumir que seguir a Jesús es pasar irremisiblemente por la cruz. Y que es único camino y no tiene alternativa. Por eso, a todos nos cuesta mucho y sin el concurso del Espíritu Santo, que recibimos en nuestro bautismo, no podemos encararlo, atrevernos o enfrentarnos a recorrerlo.
Estar cerca de Jesús y seguir sus pasos nos ayuda a ir entendiendo su Palabra y cambiando, por su Gracia, las intenciones y deseos de nuestros corazones. Así lo hizo Santiago y, su corazón, fue asumiendo la cruz, el despojo de sus apetencias, ambiciones y egoísmos, el servicio a los demás, característica fundamental del amor a los demás. Esta es la actitud con la que hemos de recorrer el camino de Santiago. O dicho de otra forma, Santiago debe servirnos para encontrarnos también nosotros con Jesús y, abriendo nuestros corazones, dejarnos transformar por sus enseñanzas y su Palabra.
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