Mc 3,20-21 |
De todos es sabido por propia experiencia que decir la verdad acarrea problemas. Y, cuando esa verdad, proclamada y manifestada, se vive con radicalidad es causa de locura para muchos, sobre todo para los miembros de la familia y conocidos. Es la consecuencia de seguir a Jesús. Él también fue tomado por loco tal y como nos narra el pasaje evangélico de hoy: (Mc 3,20-21): En aquel tiempo, Jesús volvió a casa y se aglomeró otra vez la muchedumbre de modo que no podían comer. Se enteraron sus parientes y fueron a hacerse cargo de Él, pues decían: «Está fuera de sí».
No es extraño que eso nos suceda, pues, cuando intentamos vivir la radicalidad del Evangelio nos caen muchas críticas y nos tratan por loco. Pero, es algo que tenemos que asumir y soportar en la confianza de que la verdad emergerá y saldrá a la luz. Al final, quizás cuando hayas desaparecido, se darán cuenta de tu compromiso y de tu verdad y de que vivías lo que decías. Comprenderán el valor de tu coherencia y testimonio.
Posiblemente, también nosotros podemos caer en esa tentación de considerar a otros locos. Y cuando miramos de esa manera a esa persona en concreto, nos fijamos en sus defectos, en sus errores o exageramos sus acciones ridiculizándolas. Todo menos querer ver con ojos de pureza y de verdad sus buenas acciones y el sentido de lo que hace, pues, todas sus acciones tratan de ayudar, servir y aliviar el sufrimiento de los demás. La pregunta que nos podemos hacer es, ¿nos molesta que otros hagan realmente lo que, quizás, me gustaría hacer a mí?
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