Zacarías, después de pasar la prueba de desconfianza respecto a lo que el ángel le había dicho, reconoce y confía en Dios y accede a su Voluntad, reafirmando el nombre de su hijo según había dicho su esposa Isabel: Juan es su nombre. E inmediatamente, la lengua de Zacarías queda desatada y puede hablar. ¡Y que hermoso su canto de alabanza a Dios!
Zacarías reconoce la acción de Dios y la promesa de que su mujer va a tener un hijo. Hecho ya realidad, Zacarías alaba al Señor y le da gracias por su bendición con ese hijo, al que llamará Juan.
Y, luego, impulsado y movido por el Espíritu Santo, no podía ser de otra forma, Zacarías habla del futuro y de lo que sucederá en los años venideros. Predice la acción salvadora de Dios con su pueblo Israel que culmina con la venida del mismo Dios encarnado en su Hijo, al que, precisamente le prepara el camino su hijo Juan, nacido para esa misión.
Es maravilloso leer la alabanza de Zacarías – Benedictus – como también la proclamación de María– el Magnificat – y observar la acción del Espíritu Santo en ellos. ¿No son verdaderos milagros de la acción salvadora de Dios que pone en labios de Zacarías y María – la elegida para ser Madre de su hijo – lo que sucederá años y siglos más tardes?
Y es que a veces buscamos pruebas, milagros y razonamientos que, sin darnos cuenta, están delante de nosotros y no vemos. Posiblemente, nuestro cerebro y nuestros ojos están cautivos por la materialidad y la razón de este mundo. ¡Cantemos, también nosotros, esperanzados y confiados en nuestro Padre Dios, alabanzas a este Niño que nace cada día dentro de nuestros corazones!
FELIZ NAVIDAD
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.