Mt 17,10-13 |
Jesús no fue aceptado. La prueba, su crucifixión. Su Palabra fue rechazada, no por la mayoría, sino por aquellos que le interesaban que no fuera aceptada por la gran mayoría. Y, hoy, tengo el mismo presentimiento, el capitalismo de esta época trata de presentar un mensaje alternativo y contradictorio a la Palabra de Jesús. Esa es la causa de que la Iglesia sea perseguida por un capitalismo disfrazado de comunismo.
El gran capital compra – sobornando – la minoría que se encargará de pastorear y dirigir a la mayoría. Así se produce que unos cuantos someten a muchos. Ejemplos, Cuba, Venezuela, China, y… Ahora se intenta con algunos países de Europa, entre ellos España (Cataluña, Vascongadas). Suena a un mitin político, pero nada de eso, ni esa es mi intención, En honor a la verdad hay que decir que es la realidad que estamos viviendo. Ayer no se le escuchó a Juan el Bautista – Elías – ni tampoco a Jesús. Y, hoy, continúa. Tampoco se le escucha a la Iglesia. Es más, se trata de apartarla de la vida social y recluirla – con mal menor – a la sacristía.
Y las cosas hay que decirla, como son y cómo las sientes. Jesús lo dijo claramente: «Ciertamente, Elías ha de venir a restaurarlo todo. Os digo, sin embargo: Elías vino ya, pero no le reconocieron sino que hicieron con él cuanto quisieron. Así también el Hijo del hombre tendrá que padecer de parte de ellos». Entonces los discípulos comprendieron que se refería a Juan el Bautista.
Y, vista la historia, eso es lo que ha pasado y está sucediendo. Por eso, es necesario espabilar y tener los ojos y oídos bien abiertos y poner mucha a atención en mirar donde está la Verdad. Esa Verdad que libera, que llena de gozo y de paz y que, sobre todo, da Vida Eterna.
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