Mt 19,23-30 |
Estamos
necesitados de fe, esperanza y perseverancia. Jesús nos lo dice con frecuencia,
ser perseverante e insistentes. Porque, no se trata solo de dinero, sino de
despojo y de espíritu. Un espíritu pobre que exige desprendimientos, renuncias,
y sacrificios, y eso verdaderamente cuesta, es duro y duele mucho. Nuestra naturaleza
está muy apegada y sometida a las cosas materiales. Despojarte, pues, de tus
apetencias, comodidades, gustos y situaciones de placer es un lucha constante
que, a pesar de su dureza debes sostener cada día de tu vida.
Ser
pobre aconseja estar con los pobres, pues, del contacto con ellos se aprende a
las privaciones y sacrificios. No es cuestión de renunciar por que sí, como si
de un maniqueísmo se tratara, se trata de renunciar por y para alivio de otros,
acompañamiento y, sobre todo, por amor. Se trata de una lucha constante, diaria
y perseverante que, a pesar de su dureza, debes sostener en cada instante de tu
vida.
Es
evidente que solo cuando llega la necesidad, enfermedad o el dolor se aprende a
resistir, a encajar y aceptar la situación fortaleciéndose el espíritu en y
desde la Voluntad y el Amor del Padre. Esa relación de Amor y Confianza fue la
que acompañó a Jesús en el camino de su Pasión.
Apetece terminar con una oración: Infunde, Señor, el deseo, las ganas y la fortaleza de convertir nuestros corazones de hombres en corazones de niños, necesitados de tu Amor Misericordioso. Amén.
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