Lc 15, 1-10 |
Dios
no te deja solo, te busca y te rescata. Eres la oveja perdida por el pecado que
Él llama, busca y salva entregando su Vida por y con amor misericordioso. La
parábolas que hoy narran el Evangelio – la oveja y moneda perdida – dejan meridianamente
claro lo que nuestro Padre Dios ha hecho con cada uno de nosotros y para lo que
ha enviado a su hijo a este mundo.
Dios
no se cansa de esperarte. Lo hace pacientemente esperando tu conversión, tu
respuesta afirmativa y tu escucha atenta y obediente. Por y para eso te busca y
entrega su Vida. Quiere lo mejor para ti y llevarte a su Casa para que goces
eternamente a su lado. Te busca constantemente y sale a tu encuentro y sin
reproches. No pienses que Dios te va a reprochar tus pecados, tu indiferencia y
desplantes. Nada de eso. Dios se olvida de todos tus pecados y te llena de
besos y abrazos. La parábola del Padre misericordioso o hijo pródigo lo expresa
claramente.
—¿No
te parece un privilegio inmerecido, Pedro? —comentó Manuel.
—Totalmente,
y, además, incomprendido. Es un misterio que sin merecer nada Dios nos quiera y
nos dé tanto amor y misericordia.
—Creo que no somos consciente de esa suerte y posibilidad que tenemos. Y, pienso, que el diablo tiene la culpa —respondió Manuel. Por eso, si no estamos en Xto. Jesús quedaremos a merced del demonio.
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