Nunca
sienta bien la verdad, al menos a aquellos que pretende vivir en la mentira.
Los Profetas perdieron sus vidas por decir la verdad. La verdad siempre es
incómoda, incluso para aquellos que la aceptamos y nos proponemos vivirla. Vivirla
y hacerla vida en nuestra propia vida exige esfuerzo y autenticidad.
La
Iglesia espera que, los cristianos, seamos profetas, hombres y mujeres de
palabra, de verdad y de justicia. Hombres de esperanza y de tener siempre en su
boca palabra de verdad siempre expresadas con fortaleza y esperanza. Y nunca
con debilidad y dudas. Siempre dispuestos a vivir en la Voluntad de Dios hasta
el extremo de dar la vida si es menester.
Pero,
siempre en paz y esperanza. Y confiados en el Infinito Amor Misericordioso de
nuestro Padre Dios. En Él conseguiremos esa plenitud gozosa de paz y felicidad
que anhelamos y buscamos. En y con Él todo es posible. Él es Camino, Verdad y
Vida. En Él encontramos la fortaleza para ir siempre con la verdad por delante
y en actitud de misericordia y de construir un mundo mejor. Sin reproches ni
criticas que destruyan sino todo lo contrario, con amor, misericordia y
dispuestos a abrirnos a la verdad y la justicia. Eso sí, recriminando y
denunciando todo lo que sea mentira y falsedad.
—Se
puede aceptar—dijo Manuel— la crítica cuando se hace desde la perspectiva de
buscar la verdad y la justicia. Incluso desde el error. Pero, lo que no se puede
aceptar es la mentira deliberada de aquel que, sabiendo que miente, lo expone y
defiende.
—Es
evidente —respondió Pedro. Cuando hay buena intención de encontrar la verdad se
puede establecer el diálogo con el esfuerzo de comprenderse y aceptarse.
—Pero,
—añadió Manuel— la mentira rompe toda buena intención e impide el diálogo. Y
hace muy difícil el entendimiento, la paz y la concordia.
Y ese es el problema. Aquellos fariseos no buscaban la verdad, sino su verdad. Por tanto, Jesús les estorbaba. Así acaba el Evangelio: … Y cuando salió de allí, comenzaron los escribas y fariseos a acosarle implacablemente y hacerle hablar de muchas cosas, buscando, con insidias, cazar alguna palabra de su boca. Y hoy continua sucediendo lo mismo. Ahora, sucede que en lugar de Jesús está la Iglesia, que continua su misión, y, igual que ocurrió con Jesús, se la quiere quitar del medio.
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