No se puede ser más feliz cuando se escucha a Jesús decir estas palabras: «No se turbe sus corazones; creed en Dios y creed también en Mí… Juan 14, 1-6.
La muerte deja de tener sentido. Hemos sido creados para vivir eternamente. Y una vida gozosa y feliz. La muerte es, pues, el gozo mayor que podamos experimentar. Es la hora de la cita con Jesús, que hoy nos dice esas hermosas palabras de esperanza y alegría. Por tanto, somos bienaventurados, como nos dice en el Evangelio de ayer martes, cuando nos esforzamos en ser manos; en llorar con los que lloran; en buscar la justicia; en ser misericordiosos…
Vivir injertados
en Jesús y abiertos a la acción del Espíritu Santo nos fortalecerá para sostenernos
firmes en la espera para, en, por y con Él descansar eternamente en esas
moradas que ha ido a prepararnos tal y como nos dice en el Evangelio de hoy. Él
es el Camino, la Verdad y la Vida, e injertado en Él no tendremos pérdida. En
Él llegaremos al Padre y a esas moradas que nos ha preparado en la Casa del
Padre.
La muerte, o mejor, marcha de este mundo, sabemos que no nos produce alegría. Son días de tristeza. También los paso Jesús, pero, que esconden una esperanza inmensa que nos llenará de alegría eterna. Realmente, ¡vale la pena tal aventura y esfuerzo en cruzar y elegir esa puerta estrecha que nos lleva a ser bienaventurados y encontrar el gozo eterno que realmente buscamos.
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