Lo verdaderamente
importante es la salvación del hombre. ¿Qué importa todo lo demás? ¡Las cosas
del mundo son y se quedan en el mundo! El hombre solo se lleva sus buenas o
malas obras. De modo que, importa llenar nuestra vida de buenas obras. Obras de
verdadero amor, aquel que se da gratuitamente y buscando siempre el bien del hombre.
Y Dios, encarnado
en naturaleza humana, se hace hombre para, cercano a él buscar su bien y su
salvación. Ahora, ¿quiénes son los que necesitan? Suponemos que los
suficientes, los que se buscan y confían en ellos mismos y los que endiosan sus
vidas rechazaran toda ayuda de un Dios humilde, manso y que nace y viene de
entre los pobres. Y solo, los que sienten la necesidad de ser salvados porque
se sienten pobres, limitados, perdidos y sometidos al pecado de este mundo,
levantaran la mirada y tenderán sus manos a la Infinita Misericordia de Dios.
Por eso, Jesús,
viene a los pobres; anuncia la Buena Noticia a los pobres y se mezcla con los
pobres, publicanos y pecadores. Porque son ellos los necesitados de la Gracia
de Dios. Y, la primera condición para dejarse salvar por la Gracia del Señor es
experimentar esa pobreza de espíritu de pecador y, en consecuencia, ansiar la
necesidad de ser liberado de ese pecado que nos esclaviza y somete.
Y experimentarlo nos llena de alegría y de gozo. Sentirnos salvados por la Infinita Misericordia de nuestro Padre Dios, por los méritos de su Hijo, nuestro Señor, es el mayor gozo de este mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.