La vida es un don,
que se nos ha dado no para vivirla de manera egoísta, sino para donarla en
favor de los más necesitados y pobres. Si a unos se les ha dado poco, es lógico
y evidente que a los que se le ha dado más compartan con los que menos tienen.
Todo nos ha sido dado gratuitamente, pues, en correspondencia también nosotros
debemos donarlo gratis. ¿No te parece?
Ahora, ¿cuál es el
problema? ¡Nuestro pecado!, que nos impide ser generosos y altruistas. Nuestra
naturaleza, herida por el pecado, no nos inclina a la caridad. Nuestra razón,
limitada también por el pecado, nos exige dar y recibir, y entiende que es de
idiota dar sin recibir nada a cambio. Ese obvio que nos cuesta ser generosos.
Esa es la prueba y sin el concurso del Espíritu Santo, que para eso ha venido
la hora de nuestro bautismo, no podremos convertir nuestro corazón endurecido
por un corazón suave, bueno, generoso y inclinado a amar misericordiosamente.
Nuestros talentos no
podemos negarlo. Sí, unos más y otros menos, y, quizás, algunos casi nada, pero
esa es la realidad de la prueba. Necesitamos compartir para que todos tengamos
lo necesario e imprescindible. No caprichos ni superfluidades, sino lo convenientemente
necesario para vivir dignamente.
La parábola que
nos trae hoy el Evangelio deja las cosas en su sitio. Ahora, tú puedes elegir
estar entre los dos primeros, que pusieron a rendir sus talentos para el bien
de los demás, o, quedarte con la actitud del tercero, que optó por vivir cómodamente
y enterrar sus talentos para su seguridad. Es evidente que las decisiones comportan
riesgos, pero, más evidente que nuestro Padre Dios está pendiente de nosotros
y, tomado el riesgo, Él nos protege y nos cuida dándonos lo que será mejor para
nuestra felicidad.
A ti a y a mí solo nos compete creer en Él y poner a producir todo lo que nos ha sido dado gratuitamente para el bien de los más necesitados. Precisamente, eso fue lo que, ayer domingo, celebraba la Iglesia con el día de los pobres. ¿Dónde están tus cualidades y talentos recibidos? Es, precisamente eso lo que se te pedirá cuando llegue tu hora.
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