Como todo ser humano
detrás de su historia hay una familia, unos orígenes que comportan su
procedencia y su ascendencia. Jesús, como todos, tiene tras de sí una historia
humana marcada por sus antepasados, sus orígenes, su familia. Y en ella
encontramos de todo, ovejas blancas y negras y no se esconde nada. Diferente a
los pueblos que a la hora de contar su historia hablan de sus glorias y
grandeza escondiendo o minimizando sus errores y miserias. Los orígenes de
Jesús descubren todo lo que en ellos hay.
No hay ningún
secreto en la ascendencia de Jesús. En ella se encuentra de todo dejando ver así
su ascendencia humana. Su genealogía no presenta un expediente inmaculado sino
todo lo contrario, Aparecen pecados como el homicidio (David), la idolatría
(Salomón) o la prostitución (Rahab). Y junto con ello hay momentos de gracia y
de fidelidad a Dios, y sobre todo las figuras de José y María, «de la que nació
Jesús, llamado Cristo» (Mt 1,16).
Lo significativo y verdaderamente importante es descubrir ese lado humano que Jesús nos presenta y que nos descubre que Jesús fue verdadero hombre encarnado en Naturaleza humana que habitó entre nosotros. Y meditar en nuestra espera, tanto la que celebramos en estas próximas fiestas como – lo verdaderamente importante – la que trasciende a lo largo de nuestra vida y que se manifestará en nuestra hora final.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.