sábado, 22 de julio de 2023

TRAS LA MUERTE RENACE LA VIDA

Jn 20, 1-2. 11-18

La hora de la muerte es la que nos preocupa y lo que, a pesar de que le perdemos el olor, está siempre presente en nuestro camino. Porque, tarde o temprano en el correr de los años se hará presente en nuestro camino y, por supuesto, marcará el fin de este.

La situación es que aunque sea nuestro mayor temor le perdemos el rastro. Y esto tiene sentido. ¿Cómo podríamos vivir si no dejamos de tener presente ese momento? Sabemos que llegará pero, es un gran misterio, no lo tenemos en cuenta ni pensamos en ello. Eso nos da deseos de vivir y de caminar con alegría dependiendo de nuestra circunstancias sociales y familiares.

Sin embargo, por una causa u otra la muerte, la hermana muerte, como diría San Francisco, se nos hace presente, bien en nosotros o en personas cercanas o conocidas. Y con ella se nos van nuestras esperanzas y relaciones con personas queridas y que de alguna manera son importantes y significan mucho para nosotros. Eso sucedió con Jesús cuando fue crucificado y muerto en la cruz. Su Madre, sus discípulos y entorno cercano quedaron profundamente tocados.

El pasaje evangélico de hoy nos cuenta esa mañana en la que María Magdalena va camino del sepulcro, llorosa y afligida, a permanecer cerca de su Maestro. Seguramente a desahogarse y consolarse. No es capaz de encajar lo que ha sucedido y no entiende que Jesús haya podido morir de esa manera. Después de encontrarse con Jesús, escucharle y ver todo lo que ha hecho y la transformación de su propia vida, no puede asumir que todo acabe de esa manera.

De alguna forma no se resigna a esa muerte. Intuye algo y eso le mueve - ¿Espíritu Santo? - a acercarse al Sepulcro. Y sucede lo que tenía que suceder: Renace la Vida. Porque hemos sido creados para vivir y la Resurrección de Jesús, el Hijo de Dios, es el principio de esa nueva vida a la que todos estamos llamados. Nace pues la Buena Noticia a la que todos seremos invitados a proclamar y extender desde nuestra fe y con nuestras palabras y vida.

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