sábado, 4 de julio de 2015

CADA COSA TIENE SU MOMENTO

(Mt 9,14-17)


Sería absurdo pasarlo mal, simplemente porque pensamos que eso del sacrificio es necesario y sirve para algo. Cuando no viste y se vende bien. No es bueno sufrir, y creo que sería de bobo aceptar el sufrimiento y, todavía menos sufrir por sufrir.

Te privas de algo porque ese algo, gustándote, puede perjudicarte y es malo para tus intereses y beneficios. Haces sacrificio cuando ese sacrificio te ayuda a fortalecer tu voluntad y a ser más libre. Te privas de algo cuando esa privación busca ofrecerse en favor de aliviar o sustituir el sufrimiento de alguien que lo padece. Jesús, nuestro Señor, no murió en la Cruz por su propio interés, ni para que todos, y sobre todo la historia,  le recordase como a un héroe. Jesús murió para que tú tuvieses la oportunidad de ser rescatado de tus pecados y, liberado, salvado.

Era necesario sufrir la Pasión y Muerte para vencer y convencer al mundo que su salvación y liberación del poder del Maligno se consigue con el arma del amor. No era su Voluntad recorrer el camino del Calvario, y mucho menos sufrir y padecer la Pasión y Muerte con burlas, vejaciones rechazos y toda clase de insultos y ultrajes. ¡No!, ¿para qué y por qué? ¿Tiene eso sentido? ¡Indudablemente que no!

Sólo lo justifica y le da sentido una razón poderosa: "El Amor de Dios al hombre". Sin lugar a duda que no lo entendemos, y nunca llegaremos a entenderlo sino hasta cuando el mismo Señor quiera revelarnos y darnos luz para entenderlo. Pero esa ha sido y es la Voluntad de Dios., y lo que Jesús, el Hijo de Dios Vivo, ha venido, y ahora sí, de forma voluntaria y libre, a cumplir. 

Y es ahí donde caben y tienen sus momentos los ayunos, sacrificios y padecimientos. Todo para ayudarnos a abrirnos al Amor de Dios y al amor de todos los hombres. Y eso implica contrariedades, sacrificios, ayunos, molestias y padecimientos, porque sólo se ama cuando el propio amor te exige renuncias. Renuncias que piden sacrificios y ayunos.

No es el cumplimiento y las reglas las que imponen y ordenan el ayuno o sacrificio, sino el amor por construir un mundo mejor, más justo y solidario.

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