sábado, 5 de julio de 2008

LA LECCIÓN DEL FÚTBOL








La selección española nos ha señalado el camino de la concordia, de la paz y de los frutos que se derivan de un hacer las cosas bien fundamentadas en la practica de los valores y la verdad. Se ha ganado, porque, a pesar de contar con la indispensable buena suerte, que siempre se necesita, se ha cultivado el respeto al compañero, la humildad en el trabajo, la obediencia al entrenador, la solidaridad con los compañeros y en la estrategia del equipo,la esperanza en la recompensa del esfuerzo, de la sinceridad, de la verdad... etc.

Nada de tapujos, de actitudes negativas, de libertades personales, de suficiencias, de mi verdad es la que se debe seguir, de partidismo, de insolidaridad, de individualismos, de mentiras, de no arrimar el hombro, del mínimo esfuerzo, de quitar mi hombro para que cargue el otro y de muchas cosas más.

En una serena reflexión se puede aprender mucho de lo que se esconde y subyace detrás del éxito. Es verdad que la emoción, el éxito coronado, el sentimiento aflora y da lugar a la algarabía, pero tras la tempestad festiva debe imperar la calma y el sosiego. Se impone aprovechar, no sólo el éxito deportivo, sino concluir en verdaderas lecciones moralizantes que nos pueden ser de mucho provecho par nuestra convivencia y bien hacer de nuestra España querida y amada.

El sentimiento estaba dormido, necesitado de una prueba categoríca que le despertara y que le hiciera ver que el camino de la desunión, de la anarquía del relativismo, de la soberbia y poder, del partidismo e ideologías, del sectarismo y autonomías sin sentido, de la imposición de mi lengua y al traste con la tuya, del olvido de nuestra lengua común, de la defensa de la persona, por encima de la naturaleza, subordinada al hombre, ¡de la valía del hombre!, rey de la creación, y, como tal tiene un valor inestimable, no en si mismo, sino en la medida en que es parte de algo.

Ahí están los frutos del éxito cosechado: la unión fraterna de la dignidad y de la libertad humana, junto a la confianza en la razón, ¡vamos que podemos!, permite la distinción entre el ámbito de la fe puesta en el hombre mismo y la fe puesta en DIOS , la verdad Absoluta. Es la auténtica diferencia entre lo secular y lo religioso.

Seguramente pasará inadvertido; seguramente habrá risitas e indiferencias, pero el camino es sembrar en la gente de que DIOS es amor, y el campeonato estará ganado, en términos metafóricos. El que quiera entender que entienda.

Y la última lección que, desde mi humilde reflexión hago, se dibuja en la unidad de España. Todo está desmembrado, más la idea de la unidad en una sola nación fundamentada en sus raíces más profundas, la victoria deportiva la ha sacado a flote, nos debe quitar la venda de los ojos y darnos cuenta que sólo desde nuestras raíces auténticas encontraremos nuestro propio destino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.