(Jn 15,9-17) |
Cuando queremos permanecer en un lugar o actitud respeto a algo o a alguien, tenemos que adaptarnos a vivir en ese lugar, o vivir en el estilo de ese alguien. Permanecer en el amor de Jesús, es vivir tal y como Él vivió en su paso por la tierra. Es decir, cumpliendo la Voluntad del Padre.
Y cumplir la Voluntad del Padre es guardar sus mandamientos, y eso no es otra cosa que estar dispuestos a dar la vida por los demás. Es entonces cuando se nos viene encima el mundo, porque no nos sentimos con fuerzas para cumplir esa misión. Nuestra naturaleza caída es débil y nos resulta imposible vencerla.
Pero no estamos solos, Jesús sabe de nuestras debilidades y nos envía el Defensor para que nos acompañe y nos dé la fortaleza necesaria para superar esas debilidades y apegos. Sólo tenemos que dejarnos llevar, que no es cosa fácil, pero es nuestra pequeña y pobre colaboración, factura de nuestra libertad, que necesitamos poner en sus Manos.
Amar es la cuestión, y amar necesita del concurso de otros, porque amarse a sí mismo nos llevaría a caer en nuestro propio egoísmo. Se hace necesario estar en la comunidad, vivir en comunidad y permanecer en la comunidad, porque solo amando en ella encontraremos el camino de permanecer en el amor del Señor.
Pienso que a los católicos en general nos falta formación para entender (dentro de lo que nosotros podemos entender) la grandeza de las tres Personas de la Santísima Trinidad. En concreto, estos tiempos litúrgicos que ahora vivimos, suelen pasar casi sin darnos cuenta de lo que el Espíritu Santo significa para nosotros.
ResponderEliminarEsa es la clave, descubrir al Espíritu de Dios que ha entrado en nosotros desde la hora de nuestro bautizo. A partir de ahí tenerlo presente en nuestra vida y dejarnos asistir, auxiliar y fortalecer en y por Él será la única manera de perseverar y crecer en la fe.
ResponderEliminarUn abrazo en el Señor.