jueves, 20 de marzo de 2014

EL SENTIMIENTO DE COMPARTIR



A nadie se le esconde el sentimiento de compartir. Vive dentro de nuestro corazón y en la abundancia experimentamos la necesidad de compartir. Pero también en la escacez, cuando los tiempos no son propicios, descubrimos que debemos compartir. Es la lucha de cada día de cerrarnos a la caridad y al compartir con los demás, sobre todo con los necesitados.

(Lc 16,19-31)


Nuestra naturaleza nos arrastra y nos inclina al egoísmo y se nos hace cuesta arriba dar y darnos. Ocurre lo mismo con nuestro tiempo. Lo queremos acaparar y gastar en nosotros mismos y, a pesar de entenderlo, nos cuesta enormemente compartirlo en y por los demás. Se hace importante descubrir que nosotros solos no podemos, pero con Jesús y por su Gracia podemos lograrlo.

Hoy, la Palabra de Dios, nos narra la parábola del rico epulón, y como un rico no repara en los sufrimientos y carencias del pobre que espera y yace en sufrimientos próximo a su casa. Los perros obtienen mejor provecho que él al comer los restos que caen al suelo. ¿Nos puede estar ocurriendo a nosotros lo mismo? ¿Es nuestra vida un desenfreno de indiferencia y olvido de los que no tienen escasamente ni para comer?

Se trata de eso, y de las consecuencias que nos puede traer esa indiferencia y despreocupación. De cualquier forma estamos avisados y no podremos justificarnos como quiso hacer el rico epulón. Tuvo la oportunidad de cambiar su vida simplemente con sentar a Lázaro a su mesa, pero la suficiencia, el egoísmo, la arrogancia y vanidad terminaron por arruinar tu vida.

¿Qué haremos nosotros? ¿Permanecemos impávidos y tranquilos arriesgando que nos ocurra igual? ¿O ponemos nuestro corazón en Manos de Jesús para que lo transforme en un corazón generoso y dado?




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