(Lc 1,26-38) |
Se hace difícil entenderlo, al menos para mí. Ser elegida Madre de Dios y responder libremente cuando tus planes están trazados y te esperan tus esponsales es algo difícil de digerir y dar respuesta. Sobre todo, una respuesta esperada por Dios. En todo caso, la respuesta de María es comprometida y muy valiosa porque en ella está contenida nuestra salvación.
De su Sí ha dependido nuestra redención. Es llena de Gracia porque Dios conoce su corazón limpio, sincero, humilde y obediente, pero libre para negarse o aceptar. ¡Dios mío!, ¡cuánto agradecimiento le debemos a María por su Sí decidido y entregada libertad a la Voluntad del Padre! ¡Y también, cuanto riesgo y atrevimiento del Padre Dios a poner en manos de María nuestra salvación! Desde esa reflexión mi pequeña cabeza queda atrapada e impotente de entender tanta Gracia y decidida libertad por amor.
Pues, había la posibilidad del No al ser libre de decidir. Y si esto ocurre, ¿qué hubiese ocurrido? ¡Y yo resistiéndome a dar mi insignificante sí a la llamada del Señor! María es Madre porque de su respuesta ha dependido nuestra salvación, y en ella, desde su seno, empieza nuestra redención. María y también José con su difícil papel de aceptar lo que no entiende, son iconos que nos alumbran el camino de salvación del que ellos, con su Si decidido, se hacen corredentores por la Gracia del Señor.
Gracias María porque por ti entra en el mundo la esperanza de salvación por el Amor del Padre.
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