sábado, 17 de mayo de 2014

QUIEN ME HA VISTO A MÍ HA VISTO AL PADRE

(Jn 14,7-14)


Te veo Señor con los ojos de mi fe. Sé que estás presente cada día en la Eucaristía, y puedo experimentar tu presencia por tu gratuita Gracia, y también alimentarme de tu Cuerpo. Sé que, en este mismo momento que te visito en tu Capilla de adoración, estás presente en la Custodia bajo la especie del Pan Eucarístico. Delante de Ti escribo esta humilde reflexión que convierto en oración al mismo tiempo.

A pesar de que mis ojos físicos no te ven, creo Señor, por tu inmensa Gracia, que estás ahí y que me miras y me ves. Yo también, con los ojos de mi corazón y de mi fe ardiente, te veo y te escucho. Sé Señor que Tú y el Padre son uno, fundamentalmente porque Tú lo has dicho, y Tú tienes Palabra de Vida Eterna.

Señor, soy poca cosa y sólo quiero hacer tu Voluntad. Te pido luz y sabiduría para afianzar mi fe y llenar mi vida de obras según tu Voluntad.

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