(Jn 14,1-6) |
Vivimos en un mundo loco, atormentado, estresado, diabólico, corrompido, egoísta...etc., y, sumergidos en esta maraña de violencias y sin sentidos, somos víctimas condenadas a perdernos. Es la realidad que nos rodea. Hace unos días una política fue asesinada a sangre fría por alguien que se declaraba amargada y sometida a una inquina que no la dejaba vivir. Odios que nos arrastran a venganzas y muertes.
En todo este tumulto desesperado, Jesús nos llama a la calma: «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la
casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho;
porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado
un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis
también vosotros.
¿Qué nos está preparando el Señor? ¡Es una dicha respirar confianza bañada de paz y amor! El Señor no promete venir a por nosotros y llevarnos a un lugar donde la paz, el gozo y el amor sea el aroma reinante de la convivencia. Es inimaginable imaginar, valga la redundancia, este lugar que el Señor nos prepara y nos promete.
Y no tengamos miedo de perdernos, porque Él es nuestro guía, pues nos dice: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí».
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