domingo, 18 de mayo de 2014

UNA MANSIÓN RESERVADA

(Jn 14,1-12)


Y es que lo decimos de una manera que da la sensación que no sabemos lo que decimos o no valoramos esa promesa del Señor: En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino».

Si tuviéramos la oportunidad de reservar una vacaciones en la Luna lo pregonaríamos por todo el mundo: ¡Tengo un viaje reservado a la Luna! Sin embargo, tenemos, ¡y esto sí que es verdad!, una plaza reservada y una mansión para la eternidad en el paraíso jamás soñado e inimaginable y casi pasa desapercibido. No parece incidir en nuestra vida ni ilusionarnos hasta el punto de que se nos note. 

Y es que la reserva no nos la ha hecho cualquier agencia, que le puede fallar o nos puede engañar, sino que la ha hecho el mismo Jesús, el Resucitado de entre los muertos, en quien todo se ha cumplido y quien tiene Palabra de Vida Eterna. Sí, hermanos, tenemos un lugar para cada uno de nosotros en la Casa del Padre, en dónde Jesús nos espera y de donde vendrá a buscarnos para instalarnos allí.

Quizás no estamos convencidos porque tal dicha y gracia no cabe en nuestra cabeza. Te pedimos Señor que nos des la sabiduría y la Gracia de tomar conciencia de tu promesa y de apuntarnos sin condiciones a ese maravilloso viaje que nos ofrece.

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