jueves, 15 de octubre de 2015

SÓLO SIENDO COMO NIÑO PUEDES ACEPTAR LA PALABRA DE DIOS

(Mt 11,25-30)


No se puede de escuchar la Palabra de Dios, y menos asumirla o aceptarla sino siendo niño, abajandote a la mentalidad ingenua y sencilla de niño. Porque en cuanto quieras entender al Señor con tu razón, y no creas en el testimonio de aquellos que no encontraron su Cuerpo y fueron visitados por el Señor, estás perdido. La fe necesita dejarse llevar, y eso es exactamente lo que hacen los niños, confían plenamente en lo que les dicen sus padres.

Así tenemos que creer nosotros en la Palabra que Jesús nos dice y enseña de parte de su Padre. Jesús viene a revelarnos la locura de Amor de su Padre por todos los hombres pero sólo los sencillos y humildes, con un corazón de niños, serán capaces de escucharle y creerle.

Hoy, Jesús, nos repite estas palabras en el Evangelio: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. 

Realmente eso es cierto, los sabios e inteligente se la saben todas, y a ellos no les entra nada que no vean o entiendan. Esas cosas, dicen, son para los niños. Y así es, sólo los niños las pueden entender. Ellos, sabios y entendidos, son suficientes y nada necesitan. Ese es el problema, la muralla que nosotros mismos levantamos ante nuestro corazón y rechazamos al Espíritu Santo.

Nuestra necedad es grande y ciega. El mundo no nos deja ver y empecinados en buscar la felicidad, nuestro objetivo y meta, en un mundo caduco y temporal, rechazamos la Verdad. Derrumbar esa muralla levantada en nuestro corazón nos exige humildad y sencillez, lo característico de los pequeños, aquellos que por su pequeñez necesitan la protección de un Padre.

De un Padre que les cuide y los salve de los peligros, y les dé apoyo y descanso cuando la dureza del camino les fatigue y les haga desfallecer.

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