(Lc 22, 14-20) |
No se trata de ningún invento, ni de imaginación o suposiciones humanas. Son las Palabras del propio Jesús las que nos descubren su permanencia entre nosotros bajo las especies de pan y vino: Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío.» De igual modo, después de cenar, hizo lo mismo con una copa de vino, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza, sellada con mi sangre, que es derramada por vosotros.
Y la Iglesia, fiel a su Palabra continúa sin interrupción desde su comienzo este memorial que constituye el centro de nuestra fe, porque, en la Sagrada Hostia está presente Jesús Sacramentado, bajo las especies de pan y vino. Y recibiéndola, los fieles nos alimentamos de su mismo Espíritu, para fortalecidos en Él encontrar la fortaleza y el camino de ir hacia Él.
La Eucaristía nos convoca a reunirnos en torno a la mesa del banquete Pascual. Es nuestra esperanza viva porque en ella está Presente y Vivo el mismo Jesús espiritualmente bajo las especies de pan y vino. Y eso significa que Jesús Vive y ha Resucitado.
Jesús sigue pastoreándonos como sumo Sacerdote y en Él, también los sacerdotes, que como seguidores de los apóstoles y enviados también por el Espíritu Santo, junto a los seglares y fieles, forman la Iglesia que sigue los pasos del Señor, con Pedro, hoy Francisco, a la cabeza e injertados en el Espíritu Santo.
Te pedimos, Señor, que nos des la Gracia de no desfallecer y de, perseverando unidos, sepamos sostenernos en tu presencia hasta que sea establecido tu Reino. Reino que esperamos confiados en tu Palabra.
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