jueves, 18 de mayo de 2017

HACER LO QUE JESÚS NOS ENSEÑA E IMITARLE

 (Jn 15,9-11)
Él es nuestra Referencia, nuestro Camino, Verdad y Vida. No tenemos sino que permanecer en Él e imitarle. Y eso está dentro de nuestras posibilidades. De las posibilidades de todos los hombres y en la medida de nuestras capacidades y talentos. Se nos ha dada libertad y capacidad para discernir y, unidos, sirviéndonos los unos a los otros, podemos, injertados en Él y permaneciendo en su Palabra, corresponder libremente a ese Amor Inmenso e Infinito que el Padre nos tiene.

Jesús, el Hijo de Dios, nos ama también inmensamente como nos ama el Padre: «Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado».

El Evangelio de hoy es muy breve y conciso, pero muy profundo y claro. Recibimos un Amor del Hijo tal y como el Padre ama al Hijo. Y todo consiste en guardar sus mandamientos. Y en ese esfuerzo de guardarlos estaremos permaneciendo en el Señor. Porque, somos débiles y frágiles a caer y defraudar al Señor. Y, por tanto, a alejarnos. El peligro es el diablo, que nos tienta y nos debilita, seduciéndonos con las cosas del mundo.

Pero, el Señor no permitirá que seamos tentados por encima de nuestras fuerzas y, siempre, nos deja la puerta abierta para que nos levantemos y regresemos, como el hijo pródigo, a la Casa del Padre. Para y por eso nos ha dejado el Sacramento de la Penitencia, para levantarnos y, humildemente, arrepentidos de todos nuestros fallos y pecados, emprender el camino hacia el Señor y permanecer unido a Él.

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