Mc 6,53-56 |
Simplemente, le buscaban con la intención de tocar su manto. La noticia había trascendido por todos aquellos lugares, "con tocarle el manto quedaremos curados". Y, se supone, que todos aquellos que lo hacían con verdadera fe quedaban curados. También nosotros podemos quedar curados si tocamos su Cuerpo, pues, en la Eucaristía está a nuestro alcance. De Él nos alimentamos espiritualmente, así que está en nuestro corazón y alimenta nuestra alma.
Y cuando somos capaces, por su Gracia, hacerlo presente en nuestras vidas, todo reluce y se renueva, y nuestro sentir y obrar cobra nuevas e inesperadas sensaciones que alumbran y promueven nuestro sentir y obrar. Pero, no olvidemos que lo verdaderamente importante no es solucionar nuestro problema en este mundo, porque, tarde o temprano volverá, sino alcanzar la Vida Eterna en el otro, que encierra el verdadero significa de las Palabras de Jesús. Él nos quiere llevar a la Casa del Padre, para que gocemos con Él eternamente.
Por eso, aunque ahora nos cura, sus Palabras quieren enseñarnos y descubrirnos la verdadera sanación, que no es otra que el triunfo de la Vida sobre la muerte. Estamos llamados a Resucitar con el Señor, porque El ha vencido a la muerte en la Cruz, Resucitando al tercer día. Precisamente, cada domingo celebramos ese momento glorioso de la Resurrección. Jesús, el Señor, está con nosotros y nos salva. No sólo de las enfermedades de este mundo, sino, lo verdaderamente importante, nos salva para siempre después de compartir la muerte con Él en este mundo. Tengamos confianza y fe, el Señor ha venido para darnos Vida Eterna.
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