martes, 6 de febrero de 2018

TRADICIÓNES Y COSTUMBRES

Mc 7,1-13
Es muy fácil caer en las tradiciones y costumbres. Referirse a lo que se hacía antes paraliza nuestros corazones y nos impide avanzar y ver. Jesús desmintió y desbarató muchas tradiciones que se cumplían al pie de la letra sin tener en cuenta que son las personas lo verdaderamente importante y lo que Dios ama. Buscar, luego, su bien es lo primero y fundamental.

Podríamos incluir aquí muchas corrientes de nuestro tiempo que se aferran a lo antiguo. No se acepta en muchos sectores y grupos de la Iglesia el tomar la comunión en la mano, y, menos aún, lo que la Iglesia ha convenido hacer respecto a la participación de los seglares como ministros extraordinarios para distribuir la comunión. ¿Acaso no son bautizados y, por la Gracia del Espíritu de Dios, sacerdotes, profetas y reyes? ¿No repartió Jesús su Cuerpo en la mano de sus discípulos? ¿No tomaron sus discípulos el Pan, transformado en el Cuerpo del Señor con sus propias manos? ¿No somos nosotros también discípulos y enviados a evangelizar?

Luego, ¿por qué no se acepta lo que la Iglesia, guiada por el Espíritu Santo, ha convenido delegar para el bien de todos? Se necesitan muchas manos para llegar a todos los lugares, sobre todos a aquellos enfermos que necesitan también alimentarse espiritualmente del alimento del Cuerpo del Señor. ¿Acaso son los sacerdotes más puros que los seglares? Tratemos de reflexionar y ver las cosas desde la mirada del Señor.

Tengamos muchos cuidados con los manipuladores que se agarran a las tradiciones y costumbres para utilizarlas en sus conveniencias e intereses. Y es que la envidia, el resentimiento, la suficiencia y el creerse mejor que otros nos vendan los ojos y nos endurecen los corazones impidiéndonos ver las cosas desde la Verdad que está precisamente en el Señor.

El comió con los impuros; curó a los impuros; repartió su Cuerpo y su Sangre entre los impuros, y sus discípulos, en su memoria, hacían los mismo, dando el Pan, convertido en el Cuerpo del Señor, en las manos. Hagamos una seria reflexión desde el interior de nosotros mismos.

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