Mt 5,17-19 |
Pero, al final, en la plenitud, llega Jesús, y nos dice: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento... Nos señala el camino y lo perfecciona dándole sentido y poniendo en primer lugar al hombre, a la criatura de Dios. Él es el objeto del Amor del Dios y en él pone su Espíritu. Y a él es enviado el Hijo, para revelarle el Amor del Padre y a darle cumplimiento a la Ley. Un cumplimiento que se concreta en el amor.
Y este empeño de Dios enviándonos a su Hijo nos descubre el interés que tiene por salvarnos y por revelarnos el camino. Y nada mejor para ello que intimar y conocerlo. Porque, sólo conociéndole seremos capaces de amarle y de seguir sus instrucciones y mandatos. Porque, en ellos busca nuestro gozo y felicidad que nos llevan a la Vida Eterna.
Es pues necesario conocer la Palabra del Señor y saber nuestra raíces judías que le dan sentido y profundidad a nuestra fe. Es un pueblo elegido, en él estás tú y yo, y hemos sido rescatado de la esclavitud de nuestra naturaleza humana, encadenada por el pecado, para ser liberados y llamados al gozo y a la plenitud de la Vida Eterna.
Se trata, pues de ir limando nuestro caminos y purificando nuestras pasiones y pecados para encontrarnos con el Señor puros y dóciles a su Palabra.
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